sábado, 8 de mayo de 2010

UN GALLO DE OTOÑO


En la última fecha del campeonato Morón cayó derrotado por 1 a 0 frente a San Telmo con gol de Vaccaría, un ex. El gallo terminó apagado un torneo en el que apenas estuvo en piloto.

El día invitaba a salir. Un mediodía diáfano, con un cielo cristalino como si de arriba le hicieran un mimo al paisaje. No había nubes o el firmamento entero era todo una nube celeste, tal vez una metáfora de este torneo nublado que acaba de finalizar para el Deportivo Morón. Un gallo que en casi todo el campeonato no vio el sol del fútbol, eclipsado por un andar entre irregular y opaco. En la cancha, la pintura de un equipo que desde un comienzo fue perdiendo las hojas, los pergaminos que lo ponen siempre al gallo del oeste entre los que pelean por un ascenso. Desdibujado pincel diseñó el colorido de un cuadro que nunca desplegó su brillo esperado. Apenas la seguridad de un arquero que sostenía el marco para que no se viniera abajo la pintura. Adentro, poco más que la entrega de dos que corren como obreros de brocha gorda como Bruno y Vega precisamente hoy ausentes. Entonces, la timidez de siempre. En ese contexto, Morón no tuvo la defensa ordenada de algunos partidos con Cristian González como la mejor imagen que muestran sus inferiores. Le llegaban por el sector izquierdo a un Reano que fue de lo más rescatable del equipo y a los centrales le cabecearon en un par de ocasiones en el área chica: San Telmo avisaba... En el mediocampo, el gallo tenía su peor versión. López, Velázquez y
Lovera estaban más ausentes que Bruno y Vega. Escudero intentaba alguna pincelada de vez en cuando, pero no alcanzaba. En la lejanía absoluta de la delantera, como condenados a intentar siempre una jugada individual Falczuk y Ceresetto no desteñían, pero poco podían hacer en esa soledad en que se convirtió el ataque del gallo, poco visitado por el resto de sus compañeros. En el complemento el “candombero” se adelantó aún más en el terreno y consiguió, tras una buena definición de Vaccaría, el primer manchón colorado de la tarde. Touché. En el banco de suplentes, Méndez sintió el golpe y le intentó cambiar los colores a su paleta.
Ingresaron Larosa y Benvenuto, pero sin inspiración. Antes Lamacchia había sustituido a Báez por lesión. Morón fue en busca del empate, aunque sin convicción. Y así se despidió, desnudo de ideas, dejando escapar puntos con la facilidad con que los árboles pierden sus hojas en otoño. Así terminó el equipo, amarillento, con la nostalgia que cae la última hoja de un campeonato que siempre lo tuvo lejos de todo, incluso, hasta lejos de sí mismo.

Martin Capaccio.

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