miércoles, 4 de agosto de 2021

La arenga de Bovaglio vs Ferro



Muchachos, les quiero hacer una invitación…

Saben cuánto hace que no se le gana a este equipo? 

Saben quién era el presidente de ese equipo que le ganó a Ferro 50 años atrás? Falleció esta semana… A los 87 años. El destino quiso que ese presidente fallezca a los 87 años y fue un tipo muy importante para la historia del club. Entonces, miren si este partido no tiene condimentos para que ustedes dejen su nombre en la historia. 

Ahora, la invitación está puesta sobre la mesa…

Seremos capaces de quedarnos con los tres puntos?

Nos creemos capaces de que los tres puntos queden acá?

Muchachos… son capaces, pero tienen que jugar con el corazón, sinceramente, con el corazón, si, y con el corazón, no sé si les va a alcanzar, sinceramente, no les va a alcanzar…

Hay que pensar también, un partido en el que tenemos que pensar hasta en el mínimo detalle: en la pelota parada, si pierdo la pelota la corto con falta, si estoy quedando mal,  vengo para atrás y me clavo, lo que vimos en el video, tenemos que reducir espacios para dejar poco espacio para que ellos trabajen… 

El partido hay que trabajarlo con la cabeza, y con mucho corazón muchachos, mucho corazón, si … Ellos, con un presupuesto de 12 palos tienen la obligación de ascender, ese equipo se armó con la obligación de ascender.

Nosotros, tenemos algo que es mucho más poderoso, que es el sueño de ascender… Y el sueño de ascender, es lo que nos puede llevar a un lugar que ni imaginamos. Porque la obligación de ascender vos la tenés, y tenés la mochila pesada y a lo mejor no te da y no llegás y tenés todo el peso y la responsabilidad y no te da… Ahora, si yo tengo un sueño… yo hago lo imposible…

En esta época de juegos olímpicos escuché a un montón de atletas decir: “Yo tenía un sueño y trabajé toda mi vida para realizar ese sueño.” “Yo tenía un sueño y decidí que iba a ir en su búsqueda y dejé todo por ese sueño”… Muchachos, nosotros tenemos el sueño de que nuestro nombre quede para siempre en este club. Y el sueño es mucho más poderoso que la obligación o la billetera o todo lo que nos puedan meter adentro que no nos va a convencer o a movilizar como si te moviliza un sueño…

Entonces, muchachos, son capaces hoy de hacer historia, son capaces de ratificar un buen momento que están viviendo, y son capaces de que ese sueño cada vez pueda hacerse realidad. Entonces, suena el pitazo inicial, juego una nueva final, y a esa final, la tengo que ganar. Dale viejo eh!   




UN TRIUNFO PARA SOÑAR

Con gol de Alan Schönfeld el Gallo ganó un partido para la historia. Luego de 50 años volvió a ganarle a Ferro y se acomoda.





La dimensión del triunfo del domingo por la tarde tiene sabor propio. Más allá de merecimientos, tal vez se ganó algo más que un partido: tanto por lo que representa el rival -Morón sólo le había ganado 1 vez en más de 10 oportunidades que se enfrentaron- como por la experiencia de jugadores que conforman su plantel ya han pasado por la primera división del fútbol argentino.  

El partido fue áspero, ajedrecístico, más luchado que elegante, disputado. Y en el primer tramo de la pulseada táctica, el Gallo le dobló la muñeca a la visita, y luego de una buena jugada con tenencia, Bontempo envió un centro venenoso y Schönfeld se tiró de palomita para abrir el marcador, porque la tarde pedía espectacularidad. En la jugada siguiente Brian Fernández casi lo empata, pero Galván estaba en sintonía fina con la tarde y en una volada de contorsionista salvó el empate. 

Morón se empezó a hacer fuerte atrás y no pasaba zozobras. Molina ganó casi todos los duelos aéreos y a los 28’ Ferro probó con dos cambios casi inéditos que revelaban la adversidad y admitían que el empeño, y el espíritu combativo del Gallo lo había neutralizado. El diseño de los de Caballito mostró tres atacantes. Así y todo, Galván sólo fue llamado una vez a intervenir seriamente: en el último minuto de la etapa inicial, pero su tapada con la pierna izquierda fue providencial.

En el segundo tiempo no cambió el espíritu del partido. Friccionado, discutido en cada jugada, más hablado que jugado, con aires de mucho en juego. No había habido grandes turbulencias hasta que a los 20’ le quedó el balón a Brian Fernández y esta vez dentro del área que sacó un remate seco, esquinado, para que a esta altura ya Bruno Galván tatuara su nombre en el recuerdo y desviara la pelota al corner. 

Ferro se venía, más a los empujones que encontrando caminos certeros al empate. El Gallo hizo un enroque y nunca dejó de luchar: puso 5 defensores, dos volantes tapón más el incansable Schönfeld, Zárate y Levato, que aún como delanteros eran ya también defensores. 

Antes del final del partido, Ferro tuvo un remate desde adentro del área, pero el disparo se fue desviado. A pesar de intentarlo, el Verdolaga no pudo. 

El Gallo lo jugó como lo había pensado durante un buen tramo del primer tiempo, lo defendió con el corazón durante gran parte del encuentro y además lo tuvo a Galván, que probablemente habría soñado con una actuación consagratoria. Es cierto que Ferro lo pudo empatar. Pero Morón tuvo un mérito insoslayable que se notó desde la arenga del D.T. hasta el último jugador que ingresó: convicción… Y de esos intangibles, también se construyen los equipos, y los sueños…