miércoles, 4 de agosto de 2021

UN TRIUNFO PARA SOÑAR

Con gol de Alan Schönfeld el Gallo ganó un partido para la historia. Luego de 50 años volvió a ganarle a Ferro y se acomoda.





La dimensión del triunfo del domingo por la tarde tiene sabor propio. Más allá de merecimientos, tal vez se ganó algo más que un partido: tanto por lo que representa el rival -Morón sólo le había ganado 1 vez en más de 10 oportunidades que se enfrentaron- como por la experiencia de jugadores que conforman su plantel ya han pasado por la primera división del fútbol argentino.  

El partido fue áspero, ajedrecístico, más luchado que elegante, disputado. Y en el primer tramo de la pulseada táctica, el Gallo le dobló la muñeca a la visita, y luego de una buena jugada con tenencia, Bontempo envió un centro venenoso y Schönfeld se tiró de palomita para abrir el marcador, porque la tarde pedía espectacularidad. En la jugada siguiente Brian Fernández casi lo empata, pero Galván estaba en sintonía fina con la tarde y en una volada de contorsionista salvó el empate. 

Morón se empezó a hacer fuerte atrás y no pasaba zozobras. Molina ganó casi todos los duelos aéreos y a los 28’ Ferro probó con dos cambios casi inéditos que revelaban la adversidad y admitían que el empeño, y el espíritu combativo del Gallo lo había neutralizado. El diseño de los de Caballito mostró tres atacantes. Así y todo, Galván sólo fue llamado una vez a intervenir seriamente: en el último minuto de la etapa inicial, pero su tapada con la pierna izquierda fue providencial.

En el segundo tiempo no cambió el espíritu del partido. Friccionado, discutido en cada jugada, más hablado que jugado, con aires de mucho en juego. No había habido grandes turbulencias hasta que a los 20’ le quedó el balón a Brian Fernández y esta vez dentro del área que sacó un remate seco, esquinado, para que a esta altura ya Bruno Galván tatuara su nombre en el recuerdo y desviara la pelota al corner. 

Ferro se venía, más a los empujones que encontrando caminos certeros al empate. El Gallo hizo un enroque y nunca dejó de luchar: puso 5 defensores, dos volantes tapón más el incansable Schönfeld, Zárate y Levato, que aún como delanteros eran ya también defensores. 

Antes del final del partido, Ferro tuvo un remate desde adentro del área, pero el disparo se fue desviado. A pesar de intentarlo, el Verdolaga no pudo. 

El Gallo lo jugó como lo había pensado durante un buen tramo del primer tiempo, lo defendió con el corazón durante gran parte del encuentro y además lo tuvo a Galván, que probablemente habría soñado con una actuación consagratoria. Es cierto que Ferro lo pudo empatar. Pero Morón tuvo un mérito insoslayable que se notó desde la arenga del D.T. hasta el último jugador que ingresó: convicción… Y de esos intangibles, también se construyen los equipos, y los sueños…

No hay comentarios: