En un clásico emotivo, el gallo cayó con justicia por 1 a 0. Le falta mucho al equipo, pero por un ratito, pareció que remontaba vuelo.
No hace falta entender de automovilismo para darse cuenta que Morón no es un F 1. Es apenas un TC 2000 o un TC pista, pero gasolero. Así y todo, el auto había arrancado bien. Porque tenía un buen conductor como Martínez. El pibe tiene en la cabeza un concepto de juego, sabía para qué estaba y lo hacía bien. Vega era el motor. Le aportaba velocidad y fuerza en mitad de la cancha, encima se animaba a ensayar asistencias para Lenci o quien le picara al espacio vacío. Cano era una especie de rueda de auxilio que acompañaba a Vega por el sector derecho. Y así el gallo se iba asentando en el partido, bien afirmadas las gomas traseras, con gomas que andaban como nuevas adelante con Lenci y un Falczuk que era como un alerón en la parte delantera que hacía más livianos y punzantes los movimientos de la carrocería. Enfrente había un buen auto. Firme y seguro atrás, ágil en el mediocampo y potente arriba. El auto del gallo venía bien, hasta que el piso mojado le hizo hacer una mala maniobra y perdió una de las ruedas traseras. Tal vez fue un error, pero lo pagó carísimo. Porque en boxes el técnico decidió mal y metió otra rueda trasera, pero le quitó el motor. Y sin Vega en cancha, sin el atrevido que iba, que aceleraba en la noche fría como queriendo encontrar la primavera, el gallo se marchitó. Entonces, se empezaron a ver las falencias. El lateral de Gutiérrez era como una ventanilla sin vidrio, por ahí le empezó a entrar frío al auto. Sumado a que Almada Flores no es el embriague que haga la pausa, que haga la conexión entre el medio y la delantera. Y la “Fragata” empezó a remar. Y cuando faltaba un rato largo todavía de carrera, Bazán Vera apareció sólo en una curva y lo pasó por arriba. Y los de Casanova se empezaron a alejar, y amenazaban con sacar alguna vuelta de ventaja. A esa altura, Morón patinaba atrás, ya no se afirmaba bien. Arriba había perdido la enjundia del PT, en el mediocampo Orfila luchaba como podía, pero es un 5 decididamente a gas. El gallo iba a los empujones, porque el auto se le quedaba cada dos por tres. Entraron Bruno y Lovera para hace fuerza desde el medio, pero no alcanzó.
Una lástima, la noche había arrancado ilusiones. Pero este Morón, que estaba aceitado y mostraba buen funcionamiento, todavía no está listo para las grandes competiciones.
No hace falta entender de automovilismo para darse cuenta que Morón no es un F 1. Es apenas un TC 2000 o un TC pista, pero gasolero. Así y todo, el auto había arrancado bien. Porque tenía un buen conductor como Martínez. El pibe tiene en la cabeza un concepto de juego, sabía para qué estaba y lo hacía bien. Vega era el motor. Le aportaba velocidad y fuerza en mitad de la cancha, encima se animaba a ensayar asistencias para Lenci o quien le picara al espacio vacío. Cano era una especie de rueda de auxilio que acompañaba a Vega por el sector derecho. Y así el gallo se iba asentando en el partido, bien afirmadas las gomas traseras, con gomas que andaban como nuevas adelante con Lenci y un Falczuk que era como un alerón en la parte delantera que hacía más livianos y punzantes los movimientos de la carrocería. Enfrente había un buen auto. Firme y seguro atrás, ágil en el mediocampo y potente arriba. El auto del gallo venía bien, hasta que el piso mojado le hizo hacer una mala maniobra y perdió una de las ruedas traseras. Tal vez fue un error, pero lo pagó carísimo. Porque en boxes el técnico decidió mal y metió otra rueda trasera, pero le quitó el motor. Y sin Vega en cancha, sin el atrevido que iba, que aceleraba en la noche fría como queriendo encontrar la primavera, el gallo se marchitó. Entonces, se empezaron a ver las falencias. El lateral de Gutiérrez era como una ventanilla sin vidrio, por ahí le empezó a entrar frío al auto. Sumado a que Almada Flores no es el embriague que haga la pausa, que haga la conexión entre el medio y la delantera. Y la “Fragata” empezó a remar. Y cuando faltaba un rato largo todavía de carrera, Bazán Vera apareció sólo en una curva y lo pasó por arriba. Y los de Casanova se empezaron a alejar, y amenazaban con sacar alguna vuelta de ventaja. A esa altura, Morón patinaba atrás, ya no se afirmaba bien. Arriba había perdido la enjundia del PT, en el mediocampo Orfila luchaba como podía, pero es un 5 decididamente a gas. El gallo iba a los empujones, porque el auto se le quedaba cada dos por tres. Entraron Bruno y Lovera para hace fuerza desde el medio, pero no alcanzó.
Una lástima, la noche había arrancado ilusiones. Pero este Morón, que estaba aceitado y mostraba buen funcionamiento, todavía no está listo para las grandes competiciones.
Deportivo Morón 0 vs Almirante Brown 1
Deportivo Morón: 1 Alejandro Migliardi; 4 Julián Cano, 2 Daniel Cerruti, 6 Guillermo Báez-R, 3 Damián Gutiérrez (18 Carlos Lovera); 8 Marcelo Vega (13 Sebastián Lamacchia-A), 5 Alejandro Orfila, 10 Guillermo Almada Flores-A (15 Hernán Bruno); 11 Gerardo Martínez; 9 Fabricio Lenci y 7 Nicolás Falczuc. DT Vicente Stagliano.
Suplentes: 12 Diego Ezquerra, 14 Lucas Stagliano, 16 Fernando Giarrizo, 17 Tulio Etchemaite.
Almirante Brown: 1 Cesar Monasterio; 6 Federico León-A, 2 Osvaldo Centurión, 4 Jesús Nievas, 3 Sebastián Deláguila-A; 8 Mauro Marrone, 5 Gabriel Gandarillas-A (14 Homero Sartori), 11 Jonatan Zacarias; 7 Federico Maraschi (15 Jonatan Casasola), 9 Daniel Bazán Vera, 10 Rubén Ferrer (17 Cristian Bustos). DT. Blas Giunta.
Suplentes: 12 Fernando Otarola, 13 Walter Mendoza, 16 Francisco Grhal, 18 Abel Flegenar.
Árbitro: Diego Ceballos
Asistentes: Fabio Quiroga- Maximiliano Álvarez
Estadio: Francisco Urbano
Estadio: Francisco Urbano
Martín "Maro" Capaccio
No hay comentarios:
Publicar un comentario