lunes, 17 de octubre de 2011

APLAZADO

Morón perdió 3 a 0 en su visita a Caseros. Estudiantes lo superó más en el libreto futbolístico que en la cancha. El “gallo” se fue a defender y cuando le convirtieron el primero, lo tumbaron definitivamente.

El Deportivo Morón planteó el partido muy rugbysticamente. Puso en cancha una serie de jugadores y utilizó un sistema de juego que a priori solo parecía pensado para aguantar el partido, sostener un empate que en cuanto encontrara la primera grieta en su propio arco, se iba no a desgajar ni a humedecer de a poco, sino que se caía a pedazos. Y así fue. Morón aguantó 60’ con una formación muy luchadora, sacrificada tal vez, pero que solamente estaba preparada para dar batalla, como si todo el equipo estuviera conformado por packs de forwards, esos gordos que en rugby no paran de tacklear, pero que en algún momento necesitan de los ligeritos, los llamados tres cuartos, para desnivelar en el campo contrario, para tener juego, para llevar peligro al equipo contrario. Nada de esto último podía ocurrirle ayer al “gallo”, porque no había en el equipo quien cumpliera la función de tener la pelota, de pensar con o sin ella, de ver qué se podía hacer a partir de su tenencia. Morón nunca supo qué hacer con el balón, y eso, a la larga, sale caro. Entonces, la estrategia era ir a presionar bien cerca de la defensa, para provocar que el rival se equivocara cerca de su arco, y luego de robar o “pescar” el balón, tener pocas cosas que hacer más que a lo sumo dar uno o dos pases y patear. No está mal pensado si uno se asume con pocas chances de organizar juego asociado entonces recurre a comer de lo que se le cae al contrario. Ni siquiera eso pudo hacer el equipo dirigido por la dupla López-Ruiz. Porque dejaba venir a Estudiantes, que, mal que mal, tenía un criterio, un manual mínimamente aceptable de cómo acercase a la portería de Migliardi. Morón esperaba en campo propio, y cuando tenía que meter la contra, el equipo no tenía recorrido, no tenía traslado, se asfixiaba con la pelota en los pies y la reventaba, como en rugby, pelotazos a las puntas –la mayoría de las veces ovalados-, para que Britos –el único que podía aguantar un poco el balón- y Peralta se debatieran siempre en inferioridad numérica contra toda la defensa rival. Es decir, Morón no era un equipo equilibrado: tenía casi todos jugadores de garra, de lucha, de fuerza, y no había quien la pisara, quien se propusiera jugar asociadamente, en sintonía con el resto para intentar al menos crear alguna jugada con sentido colectivo. Un 4-4-2 muy rígido, con laterales que se soltaron poco –Pérez no es un lateral natural, por lo tanto cada subida le cuesta un esfuerzo doble- y Rocchi no se mandó mucho en ataque. El mediocampo, con Bruno y Lillo como doble cinco –quien de los dos se suponía que debía tomar las riendas del equipo, el armado del juego?- y por los costados un Dante Acosta que hacía lo que podía y por el otro carril Esquiú, que estaba como Acosta. Arriba, como si fueran delanteros de otro partido, de otro plantel, Britos y Peralta, más solos que la luna. A pesar del planteo, podría decirse que hasta a pesar de sí mismo, el equipo sobrevivió o aguantó como los Pumas contra los All Blacks, durante 60 minutos. Luego, una vez que recibió el primer cachetazo, ya no pudo más, ni supo cómo. Con el score ya en desventaja ingresaron Slimmens, Ada y Sanguinetti, y este último fue el que en alguna ocasión pudo enlazar un par de jugadas como para ilusionar un poco. En definitiva, fue muy pobre lo de Morón en Caseros, y no solamente en cuanto a la producción, sino en cuanto a la mezquindad del planteo.


ESTUDIANTES 3 vs DEP. MORON 0

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