miércoles, 11 de noviembre de 2009

EL GALLO CANTO AL FINAL

En el día de la tradición, Morón igualó como local en un tanto con Sarmiento. El empate estuvo bien. El equipo no desentonó.

Luego de tres partidos sin conocer la derrota -2 victorias y 1 empate- el gallo se enfrentaba con un rival de los que marcan tendencia. Sarmiento es uno de esos equipos que no se mete atrás, que busca los partidos, que nunca se entrega.

La medida era alta, y el equipo de Stagliano, estuvo a la altura de las circunstancias. Le faltó algo más de decisión para quedarse con los tres puntos, o tal vez esa fuerza en el área contraria que aún no consiguió salvo en algún que otro partido.

Desde que cambió el sistema, con tres en el fondo, con 4 jóvenes volantes, vigorosos, con velocidad y mucha entrega, el gallo es otro. No es que Migliardi se ha convertido en mero espectador ni mucho menos, pero el deportivo está mejor parado, algo más ordenado, e intenta manejar con criterio el balón. No es poco.

Y el match frente al kiwi no escapó de esos parámetros. Morón salió a buscar con decisión, pero no acertaba a elaborar jugadas de neto riesgo en el arco bien defendido por Abraham. Dominaba en parte la pelota, pero no dominaba el juego, no tenía el termómetro del partido. No es que lo tuviera Sarmiento, pero ordenado, bien parado atrás, la visita se agazapaba como el que está esperando su momento, y sabe que lo puede tener. Y así fue que a los 30 minutos del PT en un contragolpe letal, muy bien manejado por el defensor central de los juninenses, el verde se puso en ventaja.

Morón no monopolizaba la pelota pero la tenía lo suficiente como para intentar, con arrebatos, molestar al arquero visitante.

En el complemento el local dio un paso más y fue arrinconando al equipo de Finarolli. Con centros peligrosos que merodeaban el área chica, complicó e hizo pasar alguna que otra zozobra a los de Junín. Se adueñó aún más de la pelota y fue a buscar con la esperanza del que sabe que nunca hay que dejar de intentar. El “tano” movió el banco y mandó a la cancha a Martinez y a Zelaya que le dieron más y mejor movilidad al esférico. Sarmiento seguía agazapado, pero no se entregaba; como el boxeador que sabe que va ganando en las tarjetas y espera que el rival se descubra en su afán de ir a buscar la paridad. En uno de esos descuidos, Cerrutti por doble amarilla se fue antes a las duchas.

Cabeza fría necesitaba el gallo para poder cristalizar lo que en el esfuerzo estaba mereciendo.

Entró Gbrec por el infatigable pero poco derecho para la red Lenci, y en uno de esos centros cerrados el ingresado puso la cabeza para cambiar la trayectoria de la pelota y de la noche. Javier salió a festejar con las cuerdas de guitarra llenas de gol, para regalarle a su equipo su primera melodía en la red desde su vuelta. Un empate justo. Pudo haberlo perdido? Sì. Pudo haberlo ganado? También. Pero la paridad en el marcador fue lo más parecido a lo que pusieron uno y otro para quedarse con el triunfo.

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